Ha pasado volando, pero ya hace 3 días de que empezara la décima edición del Bilbao BBK Live. Después de una larga espera por fin llegaba el momento de la verdad. El jueves me despertaba con la mochila llena de ilusión, pero porqué no decirlo, también con alguna duda. Esto se debe a que, aunque hubiera escuchado maravillas de él, nunca había estado en un festival como éste y a que, a decir verdad, la gran mayoría de los grupos del cartel, al contrario que los de anteriores ediciones, me resultaban desconocidos. Sin embargo, todas mis reticencias se despejaron mientras el autobús realizaba el recorrido entre Barakaldo y Kobetamendi, precioso enclave donde tiene lugar el evento.
Camisetas de tirantes, gafas de sol, colores y cortes de pelo imposibles, disfraces, cervezas, sol, sonrisas de oreja a oreja... El gran ambiente que nos encontramos al llegar adelantaba los increíbles 3 días que viviríamos. A pesar de que en la jornada inaugural la cola para entrar al recinto fuera enorme y algo caótica, ya se notaba desde un inicio algo que por desgracia no estamos tan acostumbrados a ver, el buen rollo de los asistentes y sus ganas de pasárselo bien.
Al final, más rápido de lo que creíamos llegamos al final de la cola, nos pusieron la famosa pulsera y entramos. Nada más entrar uno se da cuenta del enorme tamaño del lugar y la cantidad de stans promocionales con actividades, puestos, campas arboladas, merenderos y por supuesto, escenarios que hay. Además del Bilbao Stage, el de mayor tamaño y donde actúan los grupos más populares, se encuentran el Heineken Stage, también al aire libre; el Carpa Stage, único escenario a cubierto y otros dos de menor tamaño, como son el de Red Bull y el del Bosque. Esta gran cantidad de espacios y la enorme variedad de estilos musicales del cartel del BBK, uno de las mayores virtudes del festival, consiguen que no haya tiempo para aburrirse y que siempre haya algo interesante que hacer para todos los gustos.
Con esto, vuelvo al tema del cartel que presentaba este año el festival bilbaíno. Algo criticado por la menor popularidad de los artistas en comparación con anteriores ediciones, destacaba entre ellos con creces Muse. Mumford and Sons y The Jesus and Mary Chain representaban las bandas líderes del jueves y viernes respectivamente, pero Muse, que lo hacía de las del sábado, era sin lugar a dudas el cabeza de cartel y el mayor atractivo del Bilbao BBK Live 2015. No obstante, la música no se limitó a esos grandes grupos, de hecho, de los mejores recuerdos que guardaré del festival serán los geniales descubrimientos de grupos que desconocía o conocía mínimamente y cuyos conciertos me han sorprendio muy gratamente.
(Detalle del recinto del Bilbao BBK Live 2015)
Como he comentado, la gran variedad musical y la simultaniedad de muchas actuaciones y actividades permiten (y obligan) a los asistentes a personalizar su experiencia. El primer día, después de pasear a lo largo del recinto con Of Montreal de fondo y de pasar un muy buen rato en el stan de Pringles, tanto con los hulla-hoops, como con el twister y el Karaoke, nos decidimos por ver una parte del concierto de Triggerfinger, que supo levantar a golpes de rock a los asistentes a su actuación en la Carpa. Después, en el escenario de Heineken, el segundo de más tamaño, Counting Crows (sí, los de Accidentally in Love, la de Shrek) ofreció una relajada, pero también divertida actuación. Inmediatamente después tocaba en el Bilbao Stage Mumford and Sons, un grupo de folk rock que ha adquirido últimamente una gran popularidad. Ya que no estábamos excesivamente interesados en éste, preferimos verlos desde la distancia. Fue un bonito espectáculo que encantó a los aficionados de los británicos. Nosotros, sin embargo, cambiabamos de escenario antes de que acabara para poder disfrutar de Dover, el madrileño grupo de rock, que actuaba bajo la carpa. No tardaron en poner patas arriba y hacer enloquecer completamente al público, que no paró de gritar y saltar. En mi opinión, el mejor concierto de la jornada y una gran manera de cerrar la noche.
Al siguiente día, con el terreno ya conocido, volvimos a Kobetamendi. Los asistentes ya se identificaban por los diferentes sombreros, pulseras, gafas etc que repartían las diferentes empresas, y que al destacar y ser gratis, triunfaban. Al igual que el jueves, los protagonistas eran el sol y el gran calor. Nada más entrar nos dirigimos al escenario principal, donde la actuación de Azealia Banks ya había comenzado. No teníamos pensado quedarnos en ese concierto, pero la manera en la que la joven neoyorquina, acompañada de un DJ, hacía bailar a todo el público con su hip-hop nos convenció. Y menudo acierto, pocos lugares como el BBK Live para dejarse llevar por la música y bailar sin miedo a ser juzgado. Tras cenar fideos japoneses (¿Por qué no?) volvimos a dicho escenario a disfrutar de una de las actuaciones que más nos interesaban, The Jesus and Mary Chain. Conocimos este grupo de punk-rock alternativo a raíz de su confirmación para el festival, pero desde el primer momento nos gustó. Populares en los años 80, interpretaban su disco estrella, Psychocandy, que cumple 30 años. La actuación, aunque empezara con problemas de sonido y no llamara a la cantidad de asistentes esperada fue buena. Con una puesta en escena seca, y tocando casi con desgana, a juego con su estilo, este longevo grupo supo dar un gran espectáculo.
(Fotografía del Bilbao Stage, escenario principal del BBK Live)
Justo después actuaban AltJ y Zea Mays. Nos decantamos por Zea Mays por una razón muy simple, había anochecido y refrescado, y en la carpa se estaba mejor. Fue una poderosa actuación en la que Aiora Renteria, cantante del grupo vasco, hizo alarde de su increíble voz. Como cabía esperar, el mejor momento llegó con la interpretación de la archiconocida Negua joan da ta, cantada a gritos por todos y cada uno de los allí presentes. A medianoche, al acabar estos dos conciertos, dio comienzo el de Ben Harper & The Innocent Criminals. Fue el grupo que más gente atrajo el segundo día del festival y ofreció una tranquila y muy bonita actuación en la que el estadounidense supo conectar muy bien con el público, que le siguió en sus canciones más famosas como Diamonds on the inside y Amen Omen. Personalmente, disfruto más en conciertos algo más movidos, pero como he dicho, el BBK da para todo y se demostró en la siguiente actuación a la que asistimos, Shaka Ponk. Fue la mayor sorpresa del día, comenzaba en el escenario Heineken sobre las 2 de la mañana y supieron hacer olvidar al público el cansancio y contagiar su completa locura. La increíble escenografía, el cantante que por momentos perdía la cabeza y el espectacular rock electrónico del grupo francés hicieron que todos olvidaramos lo que era la cordura. Genial cierra para otro gran día.
Llegó el sábado, tercer y último día, pero también el más esperado, tocaba Muse. Se notaban dos cambios: no hacía tanto calor así que los tirantes, gafas de sol y gorros de paja habían sido sustituidos por camisetas y la afluencia de gente era mucho mayor, ¿he dicho que tocaba Muse?
Al llegar estaba dando comienzo el concierto de The Cat Empire. No habíamos oído nada de este grupo que mezclaba varios estilos, como jazz y soft rock, pero de nuevo, nos sorprendió muy gratamente. Sus alegres ritmos fueron una excelente manera de dar comienzo a la tarde.
Inmediatamente después tocaba en el Bilbao Stage el grupo rock indie Kodaline. Lo vimos sentados desde la distancia y nos marchamos antes de que acabara, pero no sonaban nada mal. Personalmente, el estilo del espectáculo me recordó al de Mumford and Sons. No lo vimos acabar porque queríamos buscar un buen sitio en el escenario Heineken para ver a The Ting Tings. Este grupo que mezcla tanto hip-hop como rock no dejó a nadie entre el público quieto. Su líder, cantante y guitarrista, Katie White, supo transmitir sus ganas de bailar, y el resultado fue un divertidísimo concierto en el que destacó la interpretación de "That's not my name", pero que no dio lugar a relajarse hasta que acabó. Fue genial y además, el último en el que podríamos respirar, porque ahora tocaba en el Bilbao Stage Monsters and Men, y 2 horas después, en el mismo lugar Muse (¡MUSE!). La mayoría acudimos a verles como si se trataran de teloneros de Muse y para buscar un buen sitio para éste. Sin embargo, aunque su actuación fuera corta debido a la enfermedad de un miembro del grupo dieron un excelente concierto. Tocaron sus canciones más famosas, como la pegadiza Little Talks, y me gustaron mucho, tanto su estilo como la propia actuación.
(Fotografía del Heineken Stage durante el concierto de The Ting Tings)
Acabaron sobre las 11 de la noche y el concierto de Muse estaba programado para una hora después. Aunque la lluvia hiciera acto de presencia (ningún turista debería salir de Bilbao sin saber lo que es el zirimiri), la espera no se hizo larga. Pero es normal, el tiempo pasa más rápido cuando te dedicas a cantar que un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña con los nuevos amigos que has hecho por hablar de Harry Potter y de Juego de Tronos con ellos.
Entonces, casi sin darnos cuenta, Muse, con su espectacular Psycho salió al escenario. A partir de ahí, indescriptible. El concierto fue increíble. Desde el primer momento, la gigantesca marea de gente que se aglutinó para ver a los ingleses no paró de botar al ritmo de uno de los mejores grupos de rock actuales. Se echaron en falta éxitos como Madness o Undisclosed Desires, pero en ningún momento se relajó el ambiente. Desde que se sintieron las primeras vibraciones del bajo en el pecho hasta que acabó, no paramos de saltar. Pero no fue solo música, la escenografía no pudo ser mejor: increíbles juegos de luces, enormes globos negros encima del público, preciosas explosiones de humo, confetti y serpentina... Las palabras que mejor definen lo vivido ayer en el concierto de Muse son locura y espectáculo, puro espectáculo. Había muchas esperanzas puestas en este concierto y superó holgadamente las altas expectactivas, no pudo haber mejor colofón para el Bilbao BBK Live 2015.
En resumen, el festival ha sido genial, una experiencia increíble. Se he hecho muy corto y solo me queda despedirme de Kobetamendi... Hasta el año que viene.
(Fotografía del concierto de Muse en el Bilbao Stage)