miércoles, 25 de marzo de 2015

30 de mayo, Camp Nou.


Como ha hecho pública esta misma tarde la RFEF, la final de la Copa del Rey 2015, que enfrenta al Athletic Club y al F.C. Barcelona, se disputará el día 30 de mayo en el Camp Nou (Barcelona, 98.000 espectadores).

Han corrido ríos de tinta acerca de este tema y es que las opciones y los intereses eran numerosos. No obstante, como ya estamos acostumbrados, la lógica no ha hecho acto de presencia en este asunto. La opción más adecuada, equitativa para ambos equipos y aficiones y favorable para estas últimas, ya que su capacidad es amplia, era que la final se jugara en el estadio Santiago Bernabeú (Madrid, 81.000). El Athletic Club y el F.C. Barcelona coincidían en ese aspecto, sin embargo, el Real Madrid, propietario del estadio, se ha negado a cederlo. Merece la pena que paremos un poco para intentar entender la negativa del club blanco, ejemplo de "señorío" en el fútbol español.

La entidad presidida por Florentino Pérez, escuchando el clamor de la mayoría de sus socios, no ha permitido que la final de copa se dispute en su estadio, aún siendo obvio que era la mejor opción. Esta gran muestra de deportividad por parte del Real Madrid y el sector de sus aficionados que no consideraba procedente la disputa del partido en su campo parece tener varias razones. Como han manifestado por las redes sociales muchos de estos fervientes seguidores de gurús intelectuales contemporáneos como Tomás Roncero, una de las razones era la presumible pitada que recibirá el himno español por parte de la afición vasca y catalana. Sin entrar en debates sobre faltas de respeto, politizar el deporte o libertad de expresión, si cabe apreciar el hecho de que quien quiera pitar el himno lo pitará igual en Madrid, Barcelona o Ciudad Real.
La otra razón más extendida para no querer aceptar en su ciudad a sus vecinos vascos y catalanes, con los consiguientes beneficios económicos que reportarían a Madrid, es el hecho de la posible conquista del título por parte del Barça, su mayor rival, en su propio feudo. Este apasionante pique entre las dos superpotencias del fútbol español, generalmente ignoradas por los medios de comunicación nacionales, y la deportiva actuación del Real Madrid tienen como víctima colateral, otro año más, al Athletic Club y a su gran afición. Las sensaciones que me produce ese hecho son difíciles de describir sin recurrir a adjetivos calificativos vituperables, de esos que solo quedan bien cuando son escritos por Pérez-Reverte.

Volviendo a los datos sobre la reunión de la RFEF de hoy para decidir la sede de la final, no vaya parecer que no tengo un gran aprecio al Madrid, el Athletic, al no poder conseguir el Bernabeú, esperaba jugarla en el Benito Villamarín (Sevilla, 52.500 espectadores), mientras tanto, el F.C Barcelona prefería jugarla en Mestalla (Valencia, 55.000). Por lo tanto, al no llegar a ningún acuerdo se procedió a realizar dos votaciones. La primera decidiría si se elegía la sede entre Sevilla y Valencia o entre Bilbao y Barcelona. Salió favorable a elegir entre los estadios locales de los finalistas.

La directiva del equipo catalán había propuesto al grupo directivo de Josu Urrutia jugar el partido en San Mamés, pero con la condición de que el 50% de las entradas fueran  para el conjunto culé. El Athletic se negó. La votación, la que en última instancia ha decidido el lugar del choque, dio como resultado el Camp Nou.

Las redes sociales y medios de comunicación no han tardado en llenarse de reacciones de ambas partes. Los aficionados culés parecen salir claramente beneficiados, no deberán desplazarse, con el esfuerzo económico que conlleva; tendrán la ventaja deportiva de jugar en su propio campo y además, teniendo en cuenta la capacidad del estadio, habrá más oferta de entradas. Entre los rojiblancos, sin embargo, las opiniones estaban más dividas. Algunos están contentos por el hecho de que vaya a haber una gran cantidad de entradas disponibles (que aún así se quedarán cortas) y se toman el viaje como una oportunidad de celebrar un día de fiesta athleticzale por todo lo alto. La mayoría, más críticos, se quejan de la desventaja deportiva que reportara jugar en el campo local del rival, ya favorito de por sí, y critican a la directiva de Josu Urrutia por la desigualdad con la afición culé, mientras ellos tendrán el estadio en su ciudad, los aficionados vascos tendrán que realizar el esfuerzo económico del viaje y el hospedaje en la ciudad condal, que no será barato.

En conclusión, los Athleticzalez nos preparamos para otro éxodo masivo en tan solo dos meses, esta vez a Barcelona, y con la mochila cargada de ilusión, porque queremos la copa y confiamos en que la podemos ganar.

martes, 3 de marzo de 2015

Ilusión

Nadie diría que mañana el Athletic se juega el pase a la final de la copa del rey, no se nota en el ambiente como en otras ocasiones. Y es que la ilusión de la afición rojiblanca cada vez es menor.

 No hace falta echar la vista muy atrás para encontrar momentos en los que los leones han rozado la gloria y en los que la hinchada de San Mamés vibraba de emoción, de hecho, desde 2009 el Athletic ha llegado 2 finales de copa, una de la Europa League y otra de la supercopa de España. Tan solo hace 3 años, durante la primera temporada con Marcelo Bielsa en el banquillo y todavía jugando en el antiguo San Mamés, los rojiblancos vivimos uno de nuestros años más bonitos. Y aunque no culmináramos la temporada con la consecución de ningún título, por momentos tuvimos la esperanza real de que podíamos ser campeones de nuevo.

Este año, tras una gran temporada y eliminatoria veraniega ante en el Napolés en las que se consiguió el pase a la Champions League, el equipo no ha hecho más que decepcionar. En Liga la mediocridad es la que marca el camino de los leones. En Europa, la eliminación de la máxima competición continental se vio suavizada por la oportunidad de continuar disputando la apasionante Europa League, de la que sin embargo, fuimos apeados este mismo jueves por el Torino, un rival a priori inferior. 

Es comprensible que la ilusión, teniendo en cuenta el nivel actual del equipo y la forma en la que se nos ha pasado por encima en las últimas finales, no esté por las nubes. Pero aún así, somos el Athletic (cojones ya) y estamos en unas semifinales de copa. El resultado en San Mamés, aunque el Espanyol fuera muy superior, fue de 1-1, lo que con una ligera desventaja deja la eliminatoria totalmente abierta para decidirse en el feudo de los periquitos. 

La batalla será dura, pero el premio es grande, así que esperemos que los de Valverde dejen ver su mejor cara. Por otra parte, el otro finalista se decidirá mañana en el Madrigal, en la eliminatoria que enfrenta al Villarreal y al Barcelona. Ésta última está más inclinada  hacia el lado culé, ya que atesoran una ventaja de 3 goles a 1 cosechada en el Camp Nou. Obviamente, una final contra el Villarreal ofrecería muchas más posibilidades al rival que una contra el gigante catalán, pero lo lógico es que para conseguir un título toque enfrentarse con los más grandes.

En conclusión, esperemos que el Athletic consiga mañana el pase a otra final y tenga la posibilidad de luchar por la copa. Pero pase lo que pase estaremos orgullosos, porque con nuestra filosofía, con nuestros valores que nos diferencian del resto y remando a contracorriente, seguimos al pie del cañon, AUPA ATHLETIC!