No cabe
duda de que la cita electoral a la que se enfrenta la ciudadanía catalana este domingo
es una de las que más interés mediático ha levantado en los últimos tiempos, y
es que no se trata de unas autonómicas cualquiera. Las elecciones que tendrán
lugar el día 27 no pueden estar más marcadas por el afán independista cada vez más
extendido entre una parte de los catalanes, que se verá representado en las
urnas, principalmente, por la coalición Junts Pel Sí, liderada por Artur Mas, y
por CUP. Por otra parte, el resto de grandes partidos políticos de los que se espera
representación en el parlamento catalán se presentan sin intención secesionista,
eso sí, con otras e irreconciliables diferencias, como es el caso del PP y
Catalunya Sí que es Pot (coalición en la que se encuentra Podemos).
Los
sondeos realizados por Metroscopia y publicados por El País este mismo domingo
reflejaban un futurible dibujo del nuevo marco político catalán en el que Junts
pel Sí, con un 41,2% de los votos, y 66-67 parlamentarios, rozaría la mayoría
absoluta situada en los 68 escaños. El otro gran partido independentista, CUP,
lograría 10-11 escaños, obteniendo así la mayor parte de los asientos del
parlamento entre ellos. En el otro bando, por echar leña al fuego en la guerra
entre dos grupos con intereses totalmente contrarios en la que parecen haberse
convertido estas elecciones, se encontrarían Ciutadans con 19 escaños; el PSC,
liderado por el bailongo Iceta, y Catalunya Sí que es Pot, ambos con 14; el PP
con 10 escaños, 9 menos que en las últimas parlamentarias catalanas, y por
último Unió, el grupo históricamente unido a Convergencia en la coalición CiU,
que lograría, según estos sondeos, entre 0 y 2 escaños, dudándose incluso su
presencia en el parlamento.
Esta
interesante encuesta no se limitaba a preguntar el partido al que votarían los
catalanes el 27S, también preguntaba, por ejemplo, sobre la forma en la que
habría que interpretar la mayoría absoluta de los grupos independentistas. A
esta cuestión, el 66% contestaba que como un mandato a comenzar negociaciones
sobre el tema con el Estado español, mientras que el 22% opinaba que como una
vía libre a la declaración de independencia unilateral del Estadocatalán. Por
otra parte, Metroscopia buscaba la respuesta más probable de los
encuestados en un hipotético referéndum legal sobre la independencia. El 45%
afirmaba que optaría por votar a favor de independizarse, en cambio, el 46%
votaría a favor de la permanencia en España.
A falta
de una gran sorpresa, los resultados electorales parecen estar claros. Sin
embargo, a partir de entonces, una nube de incertidumbre oculta el futuro de Catalunya,
y por supuesto, el de España. Personalmente, a vistas de la obvia victoria
independentista, espero que las consecuencias de ésta sean un proceso de
diálogo entre el Estado español y la Comunidad autónoma catalana en el que se
pueda llegar a algún acuerdo que posibilite el reconocimiento de los derechos o
diferenciaciones que reclama gran parte de la sociedad catalana por sus
evidentes peculiaridades nacionales y su derecho a decidir. Espero que la
suficientemente desprestigiada élite política olvide promesas utópicas, dantescas amenazas y vergonzosas
teatralizaciones como la lamentable “guerra
de banderas” del ayuntamiento de Barcelona y se dedique a buscar lo mejor para
sus ciudadanos a través del diálogo y la empatía, bases de la tan mencionada
democracia. Y por último, espero (lo espero yo, es mi opinión) que como
ciudadanos, seamos capaces de entender que varias naciones relacionadas entre
sí podemos convivir en un mismo país, podemos compartir nuestras diferentes
culturas para el enriquecimiento de todos y podemos ayudar a cambiar España,
que a la vista está que lo necesita, desde dentro. Podemos vivir en un “país de
países”, y así lo espero.