domingo, 16 de agosto de 2015

Fahrenheit 451

"Fahrenheit 451 cuenta la historia de un sombrío y horroroso futuro. Montag, el protagonista, pertenece a una extraña brigada de bomberos cuya misión, paradójicamente, no es la de sofocar incendios, sino la de provocarlos para quemar libros. Porque en el país de Montag está terminantemente prohibido leer. Porque leer obliga a pensar, y en el país de Montag está probibido pensar. Porque leer impide ser ingenuamente feliz, y en el país de Montag hay que ser feliz a la fuerza..." De esta manera se presenta en su contraportada Fahrenheit 451, sobre la que me propongo escribir una pequeña reseña literaria. 

La novela, publicada en 1953 de la mano de Ray Bradbury (1920-2012), no es la típica lectura ligera veraniega. Se trata en cambio de una crítica a la ignorancia y una verdadera apología de la cultura, de la memoria histórica y del conocimiento y su preservación.

Como explicaba su sinopsis, este clásico de la literatura del siglo XX presenta una sociedad distópica en la que el gobierno, con el fin de mantener a la población feliz y despreocupada, elimina a sus ciudadanos la posibilidad de acceder a la cultura y a la información sobre el estado real del mundo, que en realidad se sitúa al borde de la guerra. Todo esto se nos presenta a través de Guy Montag, bombero cuya labor es la quema de libros, que vive completamente feliz y confiado en el sistema hasta que un corto lapso de tiempo tres sucesos consiguen que su visión cambie completamente.




El primero de ellos se trata de su encontronazo con su nueva vecina, Clarisse. Esta extraña joven que se detiene a observar la naturaleza, teme la violencia del resto de personas de su edad, disfruta sintiendo la lluvia caer, acostumbra a dar paseos nocturnos, hace preguntas en la escuela, conversa con su familia y plantea cuestiones a Montag sobre él mismo que nunca se había preguntado empieza a crear dudas en el bombero sobre su estilo de vida, que tan feliz le hacía hasta el momento. Dudas que se acrecientan al encontrarse, al llegar a casa, el rígido cuerpo de su mujer junto a un bote vacío de pastillas, quien tras ser desintoxicada no recuerda nada y dice, mientras disfruta de su amada Familia (una especie de televisión interactiva que mantiene entretenida a la población), ser completamente feliz. El tercer suceso, que termina de cambiar a Montag, ocurre en su trabajo. Reciben una alarma, y se disponen a quemar los libros encontrados y la casa que los ocultaba, pero la mujer que vivía en ella prefiere arder junto a ellos que escapar.

Después de vivir estar 3 situaciones, Montag descubre que ha cambiado. Ya no es completamente feliz, tiene preocupaciones, nuevos intereses, y ni su mujer, ni ninguna otra persona (Clarisse ha desaparecido misteriosamente) parecen entenderlos. 

Sin afán de destriparos el libro a quienes no lo hayáis leído, la falta de adaptación del bombero es cada vez más evidente, incluso para su jefe (muchísimo más culto de lo que podría esperarse), quien mediante varios diálogos que resumen a la perfección la razón del temor a la cultura, pretende llevarle de nuevo por el buen camino: "Pregúntate que quiere esta nación por encima de todo. Las personas quieren ser felices, ¿no es así? (...) Eso es para lo único que vivimos, ¿no? ¿Para el placer y las emociones? Y tendrás que admitir que nuestra civilización se lo facilita en abundancia. "

El transcurso de los acontecimientos y la radicalización del pensamiento de Montag consiguen aislarlo; consiguen que su propia mujer y sus amigas, cuya mayor preocupación es la programación de La Familia, le teman; consiguen que su único confidente sea Faber, un antiguo profesor universitario que defiende la necesidad de hacer pública la cultura; consiguen convertirlo en un fugitivo. La novela va adquiriendo mayor velocidad mientras avanza, pero siendo ésta interesante, no destaca por su trama, sino por el mensaje que pretende enviar y, en mi opinión, por la genialidad de los diálogos entre Montag y el resto de personajes, que reflejan a la perfección la situación y la mentalidad de cada uno. 

Además de estas conversaciones, encontramos otras acciones y símbolos que van mostrando la forma en la que el protagonista, desde un estado de inconsciencia total, cambia y teniendo que nadar a contracorriente lucha por lo que cree. Al Sabueso Mecánico, el letal asesino robótico de los bomberos que desde el principio desconfía de Montag y al que éste teme pero debe enfrentarse, se unen La Familia, que representa las distracciones del pueblo; Faber, y en su contra, el jefe de bomberos, quienes mediante sus argumentos defienden su causa como la más noble... Pero sobretodo, el fuego.


El fuego, tan atractivo como terrorífico, tan hogareño como asesino, tan iluminador como destructor, tan útil como bueno y malo. Desde el primer momento se advierte la importancia que tendrá éste en la obra, de hecho, se titula Fahrenheit 451 porque ésta es "la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde" y es un elemento repetitivo en el libro. Previamente he comentado la relevancia del cambio que sufre Montag a lo largo de la novela, y éste va acompañado de fuego en distintas formas. Siempre igual y siempre distinto. Empezando por aquellas llamas que salían de su manguera calcinándolo todo y tan poderoso hacían sentir al bombero; pasando por esa cerilla con la que esa desconocida prefirió quemarse que abandonar sus libros; por esas llamaradas de fuego que sirvieron a Montag para acabar con todo lo que había sido su vida ("Si no había solución... Bueno, en tal caso tampoco subsistiría el problema. ¡El fuego era lo mejor para todos!"); llegando a la luz y el calor de aquella hoguera que servía de refugio a esa extraña gente que parecía huir y finalizando, y volviendo a empezar, con el puño de fuego que acabó con todo y dio pie a un nuevo comienzo (cabe recordar que Ray Bradbury escribió este libro pocos años después de la II Guerra Mundial), como el ave Fénix, que "cada vez que se quemaba, resurgía de sus cenizas, renacía a la vida." 

En conclusión, Fahrenheit 451 nos advierte de los peligros del conformismo, de la ingenuidad como fuente de felicidad, de la censura y el adoctrinamiento y sobretodo, del olvido, que nos permite tropezar una y otra vez con la misma piedra; pero también nos recuerda el poder del ser humano, de su rebeldía, de su capacidad para renacer de sus cenizas, de su curiosidad y de sus ansias por dejar algo en el mundo una vez que lo haya abandonado. Yo termino recomendando este verdadero clásico, que casi 65 años después sigue teniendo un mensaje actual, a cualquiera que quiera leer algo más que una novela. 

"Y el sol sigue, día tras día, quemando y quemando. El sol y el tiempo. El sol, el tiempo y las llamas. Llamas."

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