Sevilla, contigo empezó todo.
Parece que fue ayer, pero ya han pasado 7 años desde que Joaquín Caparrós,
liderando a un equipo que contaba tanto con viejos jugadores como con una nueva
camada de grandes futbolistas, consiguiera volver a hacer mirar hacia arriba a un antaño
glorioso club que venía de su época más oscura.
Tras el ya lejano bienio negro, el nuevo presidente, García Macua, se hizo
con los servicios de Joaquín Caparrós y de futbolistas como Gorka Iraizoz,
Aitor Ocio o David López. Aquello, junto con la explosión de grandes leones
como Fernando Llorente o Javi Martínez y la entrada en escena de nuevos
cachorros de la cantera, devolvió la estabilidad a San Mamés, alejando al
equipo de las posiciones de descenso con las que tan peligrosamente había coqueteado
en las últimas temporadas.
No obstante, fue en la segunda campaña bajo las órdenes del andaluz en la
que, valiéndose de la históricamente competición fetiche del Athletic, el club volvió a rozar la gloria y dio comienzo a
nueva época. En ella los leones han logrado meritorias clasificaciones y, hasta
la consecución de la Supercopa 2015, han tenido cerca numerosos títulos,
llegando a jugar seis finales en seis años. El punto de inflexión, en mi
opinión, tuvo lugar en San Mamés el 4 de marzo de 2009, nada más y nada menos
que en la vuelta de unas semifinales de copa en las que los rojiblancos
vencieron por 3 goles a 0 al Sevilla, logrando el pase a la primera final del
Athletic en los últimos 24 años.
Los jugadores del Athletic celebran su tercer gol, obra de Gaizka Toquero. |
Tras eliminar al Recreativo de Huelva, al Osasuna y al Sporting, el azar
hizo enfrentarse a vascos y andaluces en el último paso previo a la final.
Todavía recuerdo a mi padre, antes de que empezara el choque de ida, advirtiéndome
de la importancia histórica de la eliminatoria que comenzaba. La importancia
que suponía que el 24 veces campeón del torneo, el rey de copas, pudiera volver
a lo más alto de su competición tanto tiempo después. Creo que todos éramos
conscientes de ello, desde los aficionados hasta Caparrós, que no dudó en
utilizar la Liga para reservar jugadores, priorizando abiertamente el torneo
copero.
El partido de ida, disputado un mes antes en el Ramón Sánchez Pizjuán,
estuvo marcado por la espectacular tromba de agua que cayó antes y durante el
encuentro, que dificultó en gran manera el juego. El resultado final fue de
2-1, marcando por los sevillistas Duscher y Acosta, y por los leones, el aquel
momento buque insignia, Fernando Llorente.
Tras dicho marcador, que aun suponiendo una desventaja para los leones,
dejaba la eliminatoria abierta, Bizkaia empezó a prepararse para la guerra: las
fachadas de todos los edificios empezaron a llenarse de banderas rojiblancas,
en las calles cada vez se veían más camisetas del Athletic, los aficionados
contaban los días para el partido, los que no tenían entrada se peleaban por
una…
El día llegó y todos recordaremos las imágenes que nos dejó. El choque
comenzaba a las 20 horas y la plantilla, que acudiría en bus al estadio, se
concentraba en el hotel Carlton. Mientras tanto, una gigantesca marea rojiblanca
inundaba la plaza Moyua, donde su ubica el hotel, y acompañaría al equipo hasta
la Catedral.
Los ánimos no podían estar más altos (me río yo de los 300 espartanos) y el
equipo respondió. Con San Mamés repleto, el Athletic se puso por delante en el
marcador desde el minuto 3, con un tempranero gol de Javi Martínez. Media hora
más tarde, Llorente cabeceaba un centro de Yeste y aumentaba la ventaja local.
Para colofón, apenas cinco minutos después, el ahora jugador del Sevilla robaba
un balón en la presión y se lo cedía a Gaizka Toquero, fichaje de invierno que
esa noche se consagraría como ídolo de la afición, que lo colocaba fuera del
alcance de Andrés Palop, poniendo el 3-0 en el marcador.
Ese resultado se mantendría hasta el final, cuando tras el pitido del
árbitro, el público de la Catedral invadiría el terreno de juego en la mayor
explosión de felicidad vivida en Bilbao en mucho tiempo, tras tantos años de
sinsabores.
Fran Yeste a hombros de los aficionados que invadieron el césped al finalizar el encuentro. |
Esa inolvidable victoria dio el pase a la primera final que vivía una
generación de Athleticzales. En ella, como se convirtió en costumbre, y a pesar
del archiconocido gol inicial del Lendakari Toquero, perdimos ante el Fútbol
Club Barcelona. Pero lo importante es que marcó el inicio de un periodo, en el
que como ya he dicho, el Athletic se ha convertido en uno de los indiscutibles
en Europa y ha rozado la gloria en varias ocasiones, hasta lograr la Supercopa
en agosto de 2015.
Ahora, 7 años después, en condiciones completamente distintas, volvemos a
enfrentarnos en una eliminatoria al Sevilla. Esta vez en cuartos de final de la
Uefa Europa League, la ronda en la que el aroma de la gloria empieza a hacerse
inevitable para los participantes. Por ello, necesitamos que San Mamés vuelva a
ser una trinchera y que la suerte ayude a los valientes gladiadores que
representen a la afición vizcaína a vencer a este siempre complicado rival.
Porque como he dicho, la final se huele, estamos cerca, la opción de ganar este gran
título ya no es una quimera y nuestra siguiente piedra en este duro camino es
el Sevilla. Es el momento de cerrar el círculo y seguir creciendo.
Sevilla, contigo siguetodo.
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